La Señorita

Que difícil es deshacer a la señorita
que se sienta con las piernas abiertas,
que se sacude la nariz,
que no olvida
ni quema a sus amantes
en la hoguera de sus dedos.

Érase una vez una mujer cobarde
que esperó ser rescatada,
adivinada.

Érase una vez
dos amantes
que no conocieron la luz del día.
Érase un cuento de nada,
un cuento sordo
pesado
gastado,
de un príncipe azul
agradable
bondadoso
cobarde.

Comments

Popular Posts